Este proyecto nace por la necesidad vital de aligerar. En el camino, esa necesidad se encuentra con el desapego frustrado, con la imposibilidad de decir adiós a objetos cargados de recuerdos y densidad que un día perdieron el favor de sus dueños. Con el rodaje, el aligerar se transformó en el deseo de reducir basura en conciencia con el entorno. Y hoy, es simplemente un divertido juego entre lo abandonado y la imaginación.